El mundo en el que vivimos está evolucionando rápidamente, y el meteórico auge de la tecnología hace que sea difícil predecir a qué se dedicarán los niños y jóvenes que aprenden hoy en día en nuestras aulas. Sin embargo, los principios fundamentales que utilizamos para educarlos han cambiado poco desde la Revolución Industrial.
¿Cómo podemos ayudar a preparar a los estudiantes para el mundo al que se deberán enfrentar cuando se gradúen? Sin duda, deberíamos abogar por una educación que no se limite a retener información, sino que permita a los alumnos desarrollar habilidades que les faciliten la adaptación a un mundo cambiante.
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El mundo en el que vivimos está evolucionando rápidamente, y el meteórico auge de la tecnología hace que sea difícil predecir a qué se dedicarán los niños y jóvenes que aprenden hoy en día en nuestras aulas. Sin embargo, los principios fundamentales que utilizamos para educarlos han cambiado poco desde la Revolución Industrial.
¿Cómo podemos ayudar a preparar a los estudiantes para el mundo al que se deberán enfrentar cuando se gradúen? Sin duda, deberíamos abogar por una educación que no se limite a retener información, sino que permita a los alumnos desarrollar habilidades que les faciliten la adaptación a un mundo cambiante.
¿Estamos listos para una nueva realidad educativa? Hablar de una crisis es inevitablemente referirse a una situación difícil y decisiva que pone en peligro la continuidad y el logro de un asunto en específico.
No salen de casa, no usan mascarillas, no tienen especial contacto con el virus y no se les aplaude por las tardes, pero son también parte de la primera línea de batalla en esta guerra que estamos librando entre todos.